Suena la alarma y me despierto soñolienta mientras empiezan a verse las primeras notas de luz entrando por la ranura de mi ventana. Bajo a la cocina, donde me espera el café que programé la noche anterior para hacerse justo a las 07:20, y me pongo mis gafas virtuales para consultar la agenda del día.
Salgo de casa y pongo el coche en conductor automático mientras termino de enviar unos emails. Mi primera parada del día es ir al centro donde trabajo para ayudar a menores en riesgo de exclusión social.
Hoy he diseñado un taller para que aprendan competencias digitales de cara a la búsqueda de empleo. Realmente, en los últimos años se ha vuelto muy difícil encontrar un trabajo digno debido a la digitalización. Afortunadamente, mi trabajo todavía no lo puede asumir una máquina, por lo que no ha habido grandes cambios. Una vez en el centro; trabajamos con muchas inteligencias artificiales, con sitios de documentación, con Microsoft Office y con todos los dispositivos electrónicos: gafas virtuales, relojes inteligentes, agendas inteligentes, tablets...Más tarde, cojo el coche y hago una visita a domicilio. Una mujer de 78 años, ha perdido recientemente a su marido y se siente sola y desconectada del mundo. Le enseño a usar una aplicación de asistencia social personalizada, donde puede acceder a grupos de apoyo y algunas actividades. También le instalo una aplicación que, según edades y gustos, te muestra diferentes actividades que se están llevando a cabo en tu zona.
Después me voy a mi casa a comer y descansar. Por la tarde, me acerco a un huerto urbano comunitario en el que colaboran todas las personas de un barrio en situación de vulnerabilidad. En este sitio se cultivan productos locales y sostenibles, y además, se crea un fuerte vínculo entre todas las personas del grupo. Hoy estuve ayudándoles con una técnica de siembra que permite cultivar en menos terreno y con menos agua, gracias a la tecnología. Mientras trabajo, converso con las personas, proponiéndoles vender sus productos en ferias locales.Cuando empieza a caer el sol, me voy a mi casa, donde termino de preparar la cita de mañana a primera hora. Tendré que ir a un centro de realidad virtual terapéutica, donde trabajo con personas que han experimentado situaciones traumáticas. Este centro utiliza entornos virtuales 100% controlados para ayudar poco a poco a los participantes a enfrentar sus miedos o a procesar emociones difíciles. Y para concluir todo, reviso los informes generados automáticamente por las plataformas de seguimiento. Me preparo la cena y programo un café para mañana a las 07:20.
Aunque en un futuro cercano la tecnología facilite mi trabajo, sé que mi valor se enfoca en mi capacidad de escuchar, acompañar, comprender y ayudar. Esa empatía de un trabajador social no podrá sustituirla una máquina ni ahora ni nunca. Al fin y al cabo, en 2050, al igual que hoy, la educación social sigue tratando de lo mismo: humanidad.
¡Hola África!🥰 Estoy súper sorprendida con este post. Me ha encantado la historia que has creado y la manera en que has ido enlazando un acontecimiento con otro. A medida que iba leyendo, me iba metiendo más en el papel.
ResponderEliminarOjalá que la historia que has narrado se convierta en realidad dentro de muchos muchos años. El 2050 no es un futuro tan lejano, y a mí, honestamente, no me gustaría que nuestra función como educadoras sociales perdiera importancia con el paso del tiempo.
¡Enhorabuena, eres una gran escritora!📝💞
Hola Natalia!! Muchísimas gracias por tus palabras! Me alegra un montón que te haya gustado la historia y que te metieras tanto en ella. Ojalá si que sea así y podamos seguir teniendo un papel importante en el futuro. Muchas gracias por tu comentario!!🩷🩷
Eliminar¡Hola África!
ResponderEliminarMe ha encantado leerte, de verdad. Has creado un relato súper realista y cercano, con un equilibrio perfecto entre tecnología y humanidad. Me ha gustado mucho cómo has ido contando tu día, lleno de acciones muy concretas y significativas, desde el taller con menores hasta la visita a la señora mayor o el huerto comunitario.
Además, el detalle del café programado me ha sacado una sonrisa jajaja 😄
Pero lo que más me ha llegado es esa última reflexión: que aunque la tecnología avance y nos facilite el trabajo, lo que de verdad marca la diferencia es la empatía y la capacidad de estar con el otro. Muy bonito 💛
¡Gracias por compartirlo!
Hola Sara! Qué ilusión leer tu comentario, de verdad💛 Me alegra muchísimo que hayas conectado con el relato y que te haya parecido realista, es justo lo que buscaba. Gracias por destacar esa última parte (y por apreciar el detallito del café programado jajaja)
EliminarMuchas gracias por leerlo con tanto cariño, un abrazo🫂